Los nuevos métodos cambian la enseñanza e inquietan a las familias
La nota pegada en el cuaderno de comunicaciones de Renata Quaini, alumna de primer grado de la Nueva Escuela Argentina 2000 ,
 llamó la atención de su madre. La dirección del colegio invitaba a los 
padres a un taller de matemática pensado especialmente para ellos. "¿Qué
 significa hacer matemática hoy?" era una de las consignas, y la 
propuesta reunió en el colegio a un numeroso grupo de adultos (casi 
todos primerizos en cuestiones de escolarización primaria) a escuchar de
 qué se trataba.
Contadores, abogados, periodistas, odontólogos y 
amas de casa, todos con lápiz y papel a las 8.30 de la mañana, 
resolviendo cuánto es 1429 + 372 o 58 - 29. Había que hacer las cuentas y
 explicar de qué manera se habían obtenidos los resultados. Como era de 
esperar, muchos recurrieron al clásico y sabido "me llevo uno", mientras
 que para la resta fue necesario "que tal número le preste uno al 
compañero" para poder concretar con éxito la sustracción. Bueno, nada de
 eso pasa hoy en la mayoría de las escuelas primarias.
El método de enseñanza cambió 
  , y aunque en algunas instituciones se aplica desde hace unos 15 años,
 como en la NEA 2000, para la mayoría de los padres que acompañan a sus 
hijos en la transición del jardín a la primaria resulta una verdadera 
sorpresa. ¿Y cómo ayudar si los chicos lo necesitan? Ahí radica la 
cuestión. Algunos padres sólo ven una maraña de números y flechas; otros
 intentan ayudar imponiendo su viejo método. Hay quienes comparten la 
inquietud con otros padres. Pero, ante la duda, dirían los académicos en
 este caso, siempre es mejor consultar con el docente. Con ese fin 
nacieron en algunos colegios los talleres de matemática para padres. Un 
enlace entre la escuela y el hogar, una buena herramienta para acompañar
 desde la casa el proceso de aprendizaje de los hijos.
¿Y qué cambió?
Podría
 decirse, a grandes rasgos, que en el método de enseñanza actual ya no 
se trata de repetir aquello que se debió memorizar; de que los alumnos 
accedan al discurso expositivo de los maestros. La intención, dicen los 
expertos, es poner a los niños y a los jóvenes en situación constante de
 producción, de debate.
En lo concreto, y para ser más específica,
 Claudia Muñoz, asesora de matemática en instituciones educativas y 
capacitadora del Centro de Pedagogías de Anticipación (CEPA) de la 
ciudad de Buenos Aires, recuerda: "En nuestra época aprendíamos los 
números y después las cuentas, primero las fáciles y después las más 
complejas. Recién entonces las aplicábamos a la resolución de problemas.
 Ahora, en cambio, sucede todo al mismo tiempo. Puede resultar complejo 
porque se abren muchas puertas a la vez, pero todas están entrecruzadas.
 Los problemas aparecen primero, y se resuelven con distintas 
estrategias. Los chicos acuden a los dibujos, al cálculo mental o a la 
grilla de números. Se valora el proceso por sobre el resultado".
Con
 respecto a los números, precisamente, Muñoz explica que, ya desde 
primer grado, los números se trabajan de manera global. En esta primera 
etapa, entonces, no se enseñan las definiciones de unidades, decenas ni 
centenas. "Esa captura encierra un concepto multiplicativo -refuerza 
Muñoz-. Por eso los chicos hablan de unos, dieces y cienes."
Un choclazo de números
Honestidad
 brutal. Cuando Liliana Quinterno vio el cuaderno de su hijo mayor, 
Lucas, quedó absorta. "Confieso que no entendía bien para qué servía 
este método. Era todo un choclazo de descomposición de números 
interminable. Pero después empecé a familiarizarme, y la verdad es que 
el razonamiento que ellos hacen es mucho más eficaz que la fórmula que 
teníamos nosotros. Trabajan mucho con el cálculo mental de aproximación,
 y finalmente terminan economizando recursos. Es genial", cuenta 
entusiasmada la mamá de Lucas y Benicio Cash, alumnos de NEA 2000.
Algo
 parecido le sucedió a Gabriela Albernaz, mamá de Guadalupe, que cursa 
séptimo grado en el St. George's College North, en Los Polvorines. "Al 
principio te sentís un poco impotente porque no sabés cómo ayudarlos. 
Había cuentas en las que no entendía cómo las hacía, pero ella llegaba 
al resultado y lo resolvía muy bien. En el colegio nos pidieron que no 
los confundiéramos tratando de explicarles de otra manera. Y eso hice. 
Creo que la clave está en que los escenarios de los problemas son de la 
vida diaria, y los maestros propician todo el tiempo el intercambio 
entre los alumnos."
Ana María Villar no fue al taller de padres de
 su hijo mayor, que hoy está en cuarto grado, y luego comprendió que 
hubiera sido de gran utilidad haber asistido. Algunos años después, 
cuando su hijo menor comenzó primer grado y recibió la invitación, dijo 
presente. "No sé si el taller ayuda a que uno como padre luego pueda 
ayudar a sus hijos a estudiar, pero sí es clave para comprender que hay 
otra forma de ver la matemática, razonando, utilizando distintos 
recursos y no solamente una fórmula memorizada.
Precursores franceses
Precursores franceses
El
 método que se aplica en la Argentina y del cual se hacen eco tanto 
escuelas públicas como privadas tiene antecedentes a nivel mundial, con 
precursores franceses como Guy Brousseau, impulsor de la teoría de las 
situaciones didácticas. "Hay una intención en promover un aprendizaje 
significativo. Que los alumnos tengan el mayor control posible de su 
actividad matemática pasa en parte por entender el porqué de aquello que
 hacen. Las prácticas que se enseñan intentan guardar esa idea -señala 
Betina Duarte, directora del Departamento de Matemática y Ciencias 
Experimentales de la Universidad Pedagógica de la provincia de Buenos 
Aires (Unipe).
"La investigación en didáctica vuelve a impulsar la
 idea de considerar la resolución de problemas como un motor para pensar
 el proceso de aprendizaje. Esto tampoco significa que la memoria no se 
utiliza más, sino que aprender de memoria no está en la mira, 
básicamente, porque no contribuye a un posicionamiento autónomo de los 
niños". Y agrega: "Si tengo que hacer algo porque sí (como cuando la 
suma vertical me dice que si obtuve, por ejemplo, un 15 en las unidades 
entonces tengo que escribir un 1 en la columna de la decena), estoy más 
cerca de un acto de confianza en el docente que de un aprendizaje".
Por
 su parte, la directora de Currículum del Ministerio de Educación 
porteño, Gabriela Azar, sintetiza: "Los chicos llegan con un bagaje 
cultural muy grande, la información les llega de todos lados, y con esos
 saberes previos se los alienta a buscar estrategias resolutivas. El eje
 de la enseñanza de la matemática ya no es más discursivo. Y el trabajo 
colectivo dentro del aula es una de las claves".
Extraído de DIARIO LA NACIÓN
 

